El cuento ruso de Los Tres Sobres

O DE CÓMO EL PP LOCAL LANZA BALONES FUERA PARA OCULTAR SU PROPIA INCAPACIDAD

A punto de cumplirse los 6 meses de desgobierno popular, el resultado de la nefasta gestión municipal es tan evidente que salta a la vista de casi cualquier vecino. Los comentarios sobre el abandono de parques y jardines, las calles sucias, los contenedores peor que nunca, los servicios municipales cosechan todo tipo de críticas, básicamente copian las mismas propuestas de GLITC-PSOE pero en versión pésima, los mismos concursos, las mismas carreras, las mismas semanas temáticas... el paro sube, la deuda sigue aumentando, cada Pleno sube algún precio, recortan educación pública, el urbanismo sí parece interesarles (¿tendrá algo que ver con el despido improcedente del arquitecto? ¿sus informes de legalidad/ilegalidad incomodan al PP local?), los trabajadores tienen miedo, el oscurantismo y la falta de transparencia marcan la gestión del PP local, las excusas ya no valen, el Concejal de Hacienda ni está ni se le espera. Claro que si va aún peor, su tono agresivo y soberbio repite el mantra pepero del "haremos lo que hay que hacer", aunque nunca se sepa qué es ni se resuelva nada. Ahora, paguen facturas o no las paguen, haya dinero o no lo haya, con endeudamiento o no sin él, los 54.300 € del Alcalde no los perdona y no le falta su dinerito a fin de mes.

Por eso, leyendo un artículo sobre el cuento ruso de Los Tres Sobres me ha parecido muy oportuno traerlo a colación. Es un viejo cuento que se aplica a todas las transmisiones de poder. En el momento del relevo, el que se va entrega discretamente al que llega tres sobres, numerados 1, 2 y 3, y le dice que los guarde en el cajón central de su despacho y que cuando esté muy apurado los abra en el mismo orden. Pasados las primeras semanas se desvanecen las favorables perspectivas iniciales; todo está muy difícil, los problemas son muchos y muy acuciantes… y, en la soledad de su oficina, el nuevo en el cargo decide abrir el primer sobre que dice escuetamente: “Hable mal del anterior. La culpa la tiene el anterior”… La aplicación de esta fórmula se revela positiva y, en efecto, transcurren varios meses en los que la referencia a los errores anteriores, al “lamentable estado en que me han dejado todo esto” permite ir trampeando la situación. Pero, claro está, llega un momento en que la toma de posesión queda ya demasiado lejos para escudarse en ella. Y las cosas no van muy bien, para qué negarlo, porque es difícil, muy difícil, que las cosas puedan mejorarse de forma patente, y se abre el segundo sobre que dice “Con las presentes estructuras nada puede hacerse. Cámbielas”. Durante algún tiempo, las modificaciones introducidas -algunas de ellas tan irrelevantes, hay que reconocerlo, como pasar los negociados de la planta segunda a la sexta y los archivos de la sexta a la segunda- parece que dan una tregua. Pero tanto por la erosión que produce el ejercicio de cualquier cargo como por la propia ineficiencia o incompetencia en su desempeño se llega a un punto, más tarde o más temprano, en que ni las reformas estructurales son ya remedio para los graves problemas que por doquier rodean al protagonista de este relato. Las circunstancias son tales que, aún sabiendo que se trata de su último recurso, abre nerviosamente el tercer sobre: “Vaya escribiendo a prisa otros tres sobres para su sucesor. Su cese es inminente”. Está claro que al desgobierno popular le quedan ya pocos sobres que abrir. Así que, más que nunca, ÚNETE al GLITC.